Y temblar como un ave batiendo sus alas,
y caer como una hoja arrastrada por el otoño.
Escribir silencios y pensar palabras.
Y sentir la ruptura de una rama al caer de la aurora.
Y no oír otro cantar que el monótono cántico caducado que taladra el alma.
Tocar las teclas de un piano simulando hacer sonar tus costillas.
Y perderse en el ángulo oscuro, como el arpa olvidada.
Y no querer soñar ni dormir, si no simplemente mirar un punto.
El punto que te lleva a lo más alto, una estrella, una pradera de azucenas,
el punto que si lo dejas de mirar las flores se marchitan, caducan...
Y entonces.... volverlo a mirar.