He tenido que desmontar todos mis recuerdos,
limpiar la belleza nostálgica
que se impregna en las ventanas
que dan al olvido.
Perder la ternura y el amor
que tiñeron aquellos cuadros que pintamos
y hoy subasto.
Transformar lo dulce en amargo
(difícil no atragantarse con tanto agrio).
Perderte fue perderme yo detrás...
Fue una cruz clavada en el alma.
Pero como Jesucristo,
yo también resucito.