Hay un sufrimiento que no es amargo.
Hay un llorar que limpia,
hay un sonreír que no procede y corrompe el alma.
Se ha de hacer lo correcto,
si procede estar triste la tristeza se torna bella,
si procede estar triste la tristeza se torna bella,
si procede ser feliz, la felicidad es bella.
Pero si hay que llorar y reímos, no hay belleza.
Si hay que reír y lloramos, la incongruencia borra la gracia.
Ver reír a quien sufre una pérdida no es envidiable,
si no lastimoso.
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