domingo, 13 de mayo de 2012

Calor


A veces, sin más, un haz de nostalgia entra por la ventana de mi habitación, capturándome,
como entran esos vientos en la noche que hacen retorcernos en las sábanas, o como un pajarito pícaro se adentra en nuestro salón.
Así cualquier mirada alrededor se convierte en una escurridiza trampa a nuestros ojos, se debilitan y empiezan a brillar incluso dejando caer alguna leve lágrima. El pasado se vuelve maravilloso y nos retuerce las entrañas. Las palabras tiemblan, y un silencio te susurra al oído que las cosas han cambiado. Te entran ganas de correr escalera abajo, de saltar de tres en tres los escalones y llegar a la deseada fecha que quedó atrás. Volver al pasado.
Empiezas a deambular por tu memoria, vuelves a tus quince años, o quizás a la semana pasada cuando te encontraste con ese ser que creías olvidado.
Todo es tan bello... Hasta el color de las paredes que ahora mismo me rodean son en mi pensamiento más bellas.
Me hace sentir ese calor en el pecho que sirve de combustible para viajar en el tiempo.
Pero de pronto suena un timbre; una voz; un ruido, que nos devuelve a la realidad, al presente.
Y todo lo que nos rodea se convierte en fría escarcha ajena a lo que bajo nuestro pecho late.
Hagamos que este helado momento sirva en un mañana de calefactor para nuestro corazón.

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