sábado, 7 de septiembre de 2013

Comentario

El cuento “Cuando Dios creó a la mujer, debía estar de broma”, ha sido para mí como un déjà vu de la película de Pedro Almodóvar “Qué he hecho yo para merecer esto”.
Mujer de clase baja que se lanza a las drogas farmacológicas y que cuando deja de conseguirlas, no puede hacer frente al estrés diario que con tanta facilidad antes soportaba. Sólo que esta vez, el final trágico lo sufre la propia protagonista: Esther.
La mujer abandona de forma no voluntaria su adicción a los fármacos, y como forma de evasión del síndrome de abstinencia, se inicia en otras nuevas adicciones como el alcohol y el tabaco.
A veces la vida no es el sueño que esperábamos, y el consumo de drogas es, aparentemente, el único modo de cambiar nuestra percepción, de no ser conscientes en la vigilia.

¡Qué duro no tener una mano que nos socorra! Que nos evite esconder alcohol en botellas de lejía, para terminar intoxicándonos, por equivocación, o acierto de un misterioso destino.  

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