Hoy te vi. Tras varios meses sin saber nada de ti, viéndote quizá a lo lejos, hoy te tuve a un metro de mí durante unos quince minutos. Una pared, cual metáfora, nos separaba. ¿Quién me habría dicho que tras entrar en la sala, y recorrer el pasillo hasta su final, te encontraría? Es mas, si me lo hubiesen dicho me temo que me habría dado la vuelta, y habría echado a correr. Tan sólo por no sufrir como sufro cada vez que te veo y no te puedo ni tan siquiera saludar. Al verte allí, en una silla, el corazón empezó a latir cada vez más y más fuerte. Hasta que poco a poco, fue serenando, hasta volver a su latido normal. Y cuando esto sucedió, tu ya te habías marchado. No es que no recordase tu tez, tu mirada, tus rasgos, tu melena... Lo que no recordaba era lo que yo sentía cada vez que te veía. Pero hoy lo he sentido, y me he dado cuenta de que nunca te podré olvidar. Ni el alceimer podrá con tu recuerdo. Y lo peor, es que tu ni siquiera me has visto. O al menos, ni me has mirado.
En la soledad de mi pensamiento prometo cavalgar siempre a tu lado, pero algún día el caballo se cansará de trotar, y te evaporarás. Y entonces será cuando vengas tu detrás. Pero yo ya no tendré ningún vehículo o animal sobre el cual contigo marchar. Será entonces cuando te des cuenta de lo mucho que te he llegado a apreciar, y será entonces, por fin, cuando te arrepentirás.
1 comentario:
kee boniiitOo
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