jueves, 16 de julio de 2009

De repente comprendí la fugacidad de la vida, lo efímeras que llegan a ser las cosas... No se pueden cerrar los ojos ni un minuto, si no cuando los abres aquello que observabas con detenimiento ya se ha ido. Pero vivir con los ojos abiertos siempre termina agotando, y hace que incluso dejes de valorar la vista. Todo pasa y nada queda, como decía creo recordar Antonio Machado. Es el ciclo de la vida. Simplemente hay que disfrutar de cada minuto, porque no se volverá a repetir. Quizá con la última persona que hayas hablado hoy no vuelvas a hacerlo nunca. Quizá toda tu vida gire por completo en un momento. Quizá tu corazón se rompa y nunca mas sonrías de verdad. Hay que estar preparado para lo que venga, pues si no nos hemos erradicado tras convivir con Hitler, podemos con todo. Tus jornadas están contadas, disfrútalas antes de que sea tarde.
Comenzar un día es como tirar un dado, puede salirte desde un 1, a un 6. Pero si de algo me han servido mis clases de matemáticas es para comprender que jamás puede repetirse el mismo número incesablemente. No existe ni la buena, ni la mala suerte. Si un día sacas un 1, duérmete, y espera a la mañana siguiente para volver a lanzarlo.
No creo en la suerte, ni en Dios, ni en Buda, ni siquiera en mí misma. No creo en nada. Pero sin embargo los pensamientos son incesables. Y no dejo nunca de descreer en algo que ni tan siquiera sabía que se podía creer.

Por hoy ya he descargado suficientemente la mente.

No hay comentarios: