El mayor conocimiento que he obtenido en esta vida no me lo dieron en la guardería, ni en el colegio, ni en el instituto, me lo dio un maestro severo, era raudo y veloz, un ser cambiante, costaba entenderle, aunque al fin conseguí hacerlo, solo en el lapso de decir su nombre ya no era el mismo. Pero era tan maduro e inteligente que te hacía darte cuenta con los meses, o incluso con los años, de tus fallos, intentaba que todo el mundo aprendiera de sus propios errores para no repetirlos, aunque esto ya no siempre lo conseguía. La mayoría de sus alumnos le reprochava la forma de actuar, que si no explicaba bien, que si pasaba de lección de forma tan rápida que algunos abandonaban su asignatura o caían en depresión, pero nada, no conseguían nada con estas quejas. Él seguía igual de tenaz. A mi mas de una vez me castigó, y confieso que lloré. En esos momentos pensé en lo insensible que era, se cargaba todo lo bonito, machacaba las conciencias, mataba los sentimientos... Hasta que un día me di cuenta de que lo que él reivindicaba era la lucha por la verdad, pasaba de cinismos e ilusiones, de increíbles actitudes descaradas y de estupideces. Daba igual sufrir, era mejor que vivir de un engaño, de un cúmulo de calumnias en este teatro, que observamos con atención algunos, de la existencia. Fue en ese momento cuando me alié a él en su batalla por la autenticidad, por la franqueza y la veracidad.
Ahora vivo para él. Carezco de confianza en todo, menos en lo que él me cuenta. A veces nos enfadamos, pero siempre está ahí, en el total de los momentos.
Es mi compañero de guerra, mas que un amigo, y le llaman "el Tiempo".
1 comentario:
Que verdad...el tiempo para lo bueno o lo malo será siempre impasible. No intervendrá en nuestras decisiones, ni afectará en nuestras vidas más que en lo obvio. Él nos regalará segundos para pensar, reflexionar y madurar, siendo realistas, ¿qué más podemos pedir, sino es enseñanza?
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