Aprendí que los recuerdos no se sostienen en soportes electrónicos; ni móviles, ni ordenadores, que el día que se estropean o se pierden desaparecen, haciendo creer a la persona que los poseía que nunca existieron. Aprendí que la verdadera memoria, la más difícil de perder, es la de la experiencia, la de los hechos. Decir te quiero a través de una pantalla se olvida, sin embargo, cara a cara se queda guardado en el alma. Y así quedaron atrás sentimientos y confesiones poco reales. Perdí el lazo que me ataba al pasado, a un pasado virtual.
La realidad siempre estará por encima de la tecnología, mientras tengas boca y puedas usarla; empléala, no seas tan cobarde de expresarte, de vivir, a través de unas teclas...
1 comentario:
Gran lección...tras la pérdida de un móvil.
Hay que salir de ese mundo virtual, echarle coraje, eso es.
Publicar un comentario