Abro mis estriados ojos en la mañana que se repite cada día
cuando mi reloj marca las 8:00.
Una imagen, una persona, es siempre mi primer pensamiento, luego no vuelvo a pensar, decido que cualquier idea a esas horas no puede ser buena. Repito siempre los mismos gestos, los mismos movimientos... Todo es mecánico, nada hay de incierto. Incluso tengo siempre el mismo olor a pasado. Mi vista yace en un sueño que termina de ser extinguido y no responde bien. Mis oídos son abiertos por melodías que acompañan mi viaje. Pero mi boca... se entreabre tarde.
A penas siento mi cuerpo, parece escarcha atropellada por la Pereza.... Y solo quiero regresar a mis sábanas perdidas y evocar sueños pausados que si no le doy al “play” también se olvidarán.
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