No abren las bibliotecas donde los libros enseñan a vivir,
ni se licencian los dentistas que te enseñan a sonreír.
Los periódicos no pronostican tu día a día, si no el día de los demás.
Las radios no emiten canciones que te ayudan a olvidar.
Las miradas no te miran, los besos no te besan,
sólo las bocas en boca- calles oscuras que huelen mal.
El reloj no marca la hora, si no el tiempo que te queda.
Tus zapatos desgastados, rotos, dicen que el camino no es de seda.
Tu diario vacío; tu agenda repleta,
dicen que tu vida de reuniones no está llena (por muy tarde que hagas la cena).
Y miras el destino con gafas de sol tintadas,
creyendo estar preparado para ver un algo
para el que aún no tienes preparada la mirada.
La felicidad está en la palma de tu mano,
pero tu tienes los puños cerrados.
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