martes, 14 de mayo de 2013

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Te echo de menos en cada suspiro.
En cada despertar, en cada acostar.
Incluso cuando pierdo la mirada en un rincón de esta casa pienso en ti
(y en la de la playa y en París).
Cuando abro la puerta de la calle, espero verte detrás, esperándome,
pero ya han pasado más de 500 días, y nunca estás.
Abrir con cuidado la puerta para no hacer ruido,
es igual,
ver tus cosas, volver a mirar y ver que en realidad nada hay.
Echo de menos acariciarte, aunque recuerdo el tacto de cada una de tus partes.

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