He perdido mi combustible, mi dicha,
la fuente expansiva de mis cinco sentidos.
Mi hogar no es más que un conjunto de paredes que tan siquiera saben protegerme del frío.
Volver a casa implica volver a un vacío, a un vacío cosido por el sonido de su movimiento al andar, de su respiración, de su boca...
Y es que conforme avanzo encuentro pistas de que una vez existió. Qué digo, existió miles de veces, fue millones de momentos y ocasiones que el tiempo quiso borrar en un segundo, en el segundo en el que su hocico no emitió ese aire que te sujeta a la vida.
Mientras la oiga sin oírla, pueda visualizarla sin verla,
y la tenga sin tenerla, será.
Será todo aquello que siempre fue, permanecerá inalterable, al menos en mí.
Será inmortal mientras yo viva, mientras su ausencia impregne mi cuerpo y mi mente, y esta sustancia sea retenida por mis entrañas, por mi alma.
- ¿No decías que era inmortal?
- Y así es, ahora vive dentro de mí
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